José Javier Esparza (Los ocho pecados capitales del arte contemporáneo)

Hoy un artista, normalmente, carece de comunicación real con su sociedad. Sus obras no están destinadas al público, es decir, a sus vecinos, a la gente que le rodea, al transeúnte común, ni siquiera a una imagen idealizada de su comunidad, sino que están destinadas al mercado.

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