Juan Cruz Ruiz (Contra la sinceridad)


El pregonero de la sinceridad es una amenaza social, eso sí, ese que dice: << Ya sabes cómo soy yo>> es un personaje con el que hay que tener muchísimo cuidado, pues en seguida añade: <<que siempre voy con la verdad por delante>>.

Muchos asesinatos- morales, se entiende, aunque de los otros también ha habido -se han cometido a partir de esa contundente expresión de principios. Porque quienes así se presentan, no tienen ninguna duda de que los demás están esperando, justamente, ese ejercicio de brutalidad en el que basa la emisión de la sinceridad.
¿Qué pasaría si ese sincero del género ya-sabes-cómo-soy se encuentra con otro de la misma clase?
Choque de trenes.
No es verdad, como muchas veces se asume, que entre amigos se pueda decir de todo; es precisamente entre amigos donde más se aprecia la prudencia de la sinceridad; la amistat se basa en la posibilidad de verdad, no hay mejor huerta donde florezca ese sentimiento que con la expresión de lealtad, que es una sinceridad activa.
La lealtad es lo que da sentido a la sinceridad: un hombre leal es el que sabe qué le conviene escuchar al que tiene delante, amigo o conocido; la lealtad lleva a medir las palabras. En realidad, la lealtad es la medida de todas las cosas abstractas que no se pueden medir: uno persigue un consejo de una persona leal, y le cuesta más pedirle consejo a un amigo sincero; si el amigo es leal y sincero, ése es el que da mejor consejo; claro, para ser leal y sincero has de ser respetuoso, pulsar el ánimo del que te requiere, verificar los pros y los contras de lo que te propone como problema personal; la conversación amistosa no es un consultorio, es un encuentro. El sincero brutal es aquel que ante la enfermedad evidente del que viene a su encuentro le asesta este golpe:
- ¿ Como te has desmejorando tanto?

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