François Furet y otros ( El hombre romántico)

El trabajador
Sidney Pollard

El necesario control sobre grandes números de trabajadores en las fábricas y lujares semejantes llevó a la imposición de una dura disciplina que cayó pesadamente sobre las primeras generaciones de obreros fabriles. Se imponían castigos no sólo por llegar tarde al trabajo, sino también por hablar o silbar, por insubordinación y por otras faltas que hasta entonces habían sido desconocidas para el trabajador. Los castigos eran especialmente brutales para los niños y producían especial agravio al no ser impartido por los padres, que hubieran mostrado algún cariño al castigar, sino por completos desconocidos cuyos ingresos dependían en gran parte del volumen de trabajo que pudieran extraer de los niños a su servicio.

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