Konrad Lorenz (Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada)

Una de las perniciosas repercusiones de la prisa ansiosa -o quizá del miedo que genera esa prisa- es la confesa incapacidad de los hombres modernos para estar solos consigo mismo, aunque sea por breves momentos. Evitan toda posibilidad de introspección y de recogimiento con una diligencia angustiosa, como si temieran que la reflexión fuera a ponerles delante una imagen de sí mismos poco agradable, parecida a aquella que Oscar Wilde describe en su clásica novela de horror El retrato de Dorian Gray.

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