Francisco Umbral (¿Y cómo eran las ligas de Madame Bovary?)

JOSEP PLA.
LO INFINITAMENTE PEQUEÑO

El señor Montaigne inicia sus ensayos —que inauguran la modernidad en el pensamiento europeo— con estas palabras: <<El tema de mi libro soy yo mismo>>. Josep Pla es un Montaigne con boina que desde muy joven vio a corta distancia su porvenir literario: él mismo.
Otros han quedado por egoístas, o se lo llaman a sí mismos —Stendhal: Recuerdos de egotismo—, pero Pla, sin referirse demasiado al tema, practicó siempre, con hermetismo de campesino, una cultura del yo que le llevaría muy lejos, pues que el yo de Pla comprende el florecer de los campos, el paso de los barcos, la lectura de los clásicos, la burla política, el conocimiento de los hombres y las voces del garbí, el terral y otros vientos que recorren toda su obra.
Pla sabía que no era novelista —aunque en el Cuaderno Gris injerta toda una novela menestral y naturalista, ambientada en Girona, que es de mano maestra— o bien no le apetecía darle a la vida forma de novela ni de drama, sino forma de pura prosa o de glosa, como su admirado d´Ors. Se ha estudiado poco o nada la forma en que cada escritor ve la vida y la escultura que quiere hacer con ella. Aquí en España vivimos la superstición decimonónica de la novela, pero Pla, muy afrancesado, gusta más, como Francia, del dietario, las memorias, la biografía o el anecdotario de altura.

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