Bruno Cardeñosa (Un mundo infeliz) Lo que el poder esconde

Introducción

El mundo es una mierda. Allá donde mires estamos criando injusticia y mentira. Nos engañan desde arriba. Nos engañamos nosotros. Ellos quieren crear una realidad a su gusto. Mientras tanto, nosotros, los de abajo, nos sentimos cómodos porque, entre el fango, encontramos una satisfacción pueril en la que queremos removernos. Nos da igual que todo apeste, porque nos han hecho creer que debajo de ese olor nauseabundo hay algo todavía peor. Me temo que estamos en las última fase de nuestra aceptación como siervos.

Sí, efectivamente, todo esto que nos rodea apesta, pero aún estamos a tiempo de detenernos y poder conseguir cuotas de justicia y verdad. Sería muy optimista pensar que está en nuestras manos, pero tenemos la posibilidad de conocer de cerca las cosas que suceden e intentar arreglar algo. Con este libro pretendo acercar al lector a esa otra parte de la realidad que no nos dejan ver, porque esos de arriba han sabido hacer muy bien su trabajo y nos deslumbran con sus fantásticas luces cegadoras.

En el programa de radio que dirijo y presento, <<La rosa de los vientos>> (Onda Cero), he intentado, y creo que algo he logrado, mostrar al oyente que lo que creemos no siempre es la verdad. En los últimos años me he empeñado en contar a través de diferentes secciones la existencia de una <<Cara B>> o dar a conocer <<La voz de los condenados>>, títulos de esos espacios. La última de las secciones rebeldes es <<Un mundo feliz>>, que ha supuesto un auténtico hito en audiencia y fidelidad. El éxito de esa sección me ha convencido de la necesidad de llevar a papel impreso un trabajo que muestre esos mismos hechos. 

No busco que el lector sonría; ya tiene suficiente banalidad mala y buena a la que agarrarse. Mi objetivo es, con quienes leáis estas páginas, primero informaros, y después enfadaros. Creo que nos hace falta más terapia de choque para despertar. Más aún. Las historias que cuento aquí forman parte de una realidad que no podemos obviar. La justicia, la mentira, el engaño... Es como si se estuvieran haciendo realidad esas distopías que escribieron algunos grandes literatos del siglo XX. Nos presentaban un mundo en el que los triunfos del poder se convertirían en un día a día en el que todo lo que hacemos y pensamos está dirigido. Una de esas distopías es el libro Un mundo feliz, de Aldous Huxley, que dio origen al título de la sección radiofónica que ahora aparece en forma de libro, en el que muestro como esa aparente felicidad es infelicidad. En cada unos de los capítulos, como podrá ver el lector, he recogido una cita del libro de Huxley junto a una reflexión personal.

Nos engañan, nos mienten, nos manipulan... Necesitaría una enciclopedia entera para mostrar las pruebas de la forma de dominio a la que estamos sometidos, pero estas decenas de ejemplos que vengo a relatar a continuación creo que son suficientes para ofrecer una muestra de cómo se nos presenta la verdad de muchas cosas. Siempre hay que cuestionárselo todo. No crer nada. Y menos si quien lo dice tiene algún tipo de ascendente sobre los ciudadanos, que se están convirtiendo en súbditos que no saben que lo son, porque han retorcido tanto nuestra mente que estamos a punto de agarrarnos al amor a la realidad que nos ha sido entregada.

Estamos en la fase final de una carrera que nos conduce a la sumisión. Pero todo, absolutamente todo, puede cambiar, si bien para ello lo primero es saber qué ocurre, qué sucede, en qué nos mienten...

Vamos a ello.

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LA PAZ ES BARATA... ¡VIVA LA GUERRA!

No cabe civilización alguna sin estabilidad social. Y no hay estabilidad social sin estabilidad individual. Estabilidad -insistió el Interventor-, la necesidad primaria y última. Estabilidad. De ahí todo esto.

No te engañes. Ser estable no es ser ordenado, justo, coherente... Es todo lo contrario. Es hacer que los comportamientos e ideas más injustos y falsos alcancen la esfera de la normalidad y todos los sigan como <<lo que hay que hacer y pensar>>. Ese es el objetivo del poder. Nadie dicta la norma. Simplemente se pone en marcha. Y todos vamos detrás.

La paz es barata y la guerra cara. Por tanto, hagamos la guerra.

Esta es la conclusión del informe Iron Mountain que, en teoría, fue realizado tras la reunión que mantuvieron en 1963 varios grandes mandatarios en las instalaciones antiatómicas situadas bajo una montaña en el estado de Michigan. Sobre la autenticidad del documento que salió de la reunión efectuada por estos sabios se ha discutido mucho. El gran inconveniente es que quienes se antojan como los autores del informe serían los hombres que durante un tiempo condujeron los hilos que movían el mundo. Parece una profecía autocumplida.

La reunión de los quince sabios que se efectuó en Iron Mountain, nombre con el que se conocía el refugio, tuvo lugar a partir de agosto de 1963. Habría sido auspiciada por el presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy y, especialmente, por Lyndon Johnson, entonces vicepresidente y que representaba mucho más al poder económico y militar que el hombre que sería asesinado poco después.

Las reuniones del grupo se extendieron durante cerca de dos años. Se propusieron cosas terribles. Los especialistas congregados, personas vinculadas a los servicios de inteligencia y a la política, estudiaron la posibilidad de sustituir nuestro sistema de guerra, basado en la existencia de amenazas para la estabilidad, por un sistema de paz basado en la existencia de enemigos globales. De hecho, el informe se tituló Sobre la posibilidad y conveniencia de la paz. El nombre lo dice todo.

Entre otras cosas, los expertos concluyeron que la propia naturaleza humana lo impide, porque quiebra uno de los principios de nuestra supervivencia como especie, que asegura que el hombre postneolítico destruye los excedentes de su propia especie a través de la guerra. Es decir, que el conflicto armado es una necesidad del hombre para demostrar su fuerza. Y contra esa necesidad no hay que hacer.

La conclusión de los reunidos es que la cultura bélica es consecuencia del desarrollo de las civilizaciones, y esa cultura, en pleno siglo XX, genera un movimiento económico que es vital para sostener el sistema. Así, los miembros del grupo valoraron si el peso económico de una cultura de paz alcanzaría los niveles monetarios actuales y necesarios. Y es entonces cuando concluyeron que <<la paz es barata>> y que un sistema sin enemigos no reemplazaría a un sistema monetario ágil, como el que nace del sistema de guerra. Un mundo en paz, para ellos, resulta un mundo indeseable.

Los expertos llegaron a estas conclusiones tras diseñar un mundo -y antes o después podría ser así sino no se hacía nada para evitarlo- en el que no habría enemigos clásicos. Para el futuro, los autores del informe dijeron que sería necesaria la creación de nuevos enemigos y amenazas que se podrían sostener si se ejecutaban precisos juegos de guerra que convencieran a la opinión pública de las nuevas amenazas y que permitieran al poder actuar a partir de la creencia en su realidad. <<La guerra es y será el mecanismo estabilizador de las sociedades>>, decía el informe.

Para conseguirlo, se plantearon que era necesario fabricar causas que provocaran niveles óptimos y mínimos de destrucción de vida, propiedad y recursos naturales como requisito para lograr la credibilidad de dicha amenaza. En cierto modo, el documento estaba anticipando un mundo en el cual ya no existía la guerra fría ni el muro de Berlín. Para ellos, la inexistencia de <<malos>> era poco recomendable.

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